EL MUNDO
21 agosto 2013
El poder de la herencia materna en el envejecimiento
Angeles López
El ADN mitocondrial
influye directamente en los efectos del paso del tiempo. Se puede 'paliar' esa
herencia a través de una adecuada alimentación.
Que la herencia tiene un papel fundamental en nuestra
salud, no es algo nuevo. Todos sabemos que parte de nuestros males tienen su
origen en nuestra genética y que, si hay suerte, tal vez el ADN de nuestros
antepasados nos proteja frente a ciertas enfermedades, eso si nuestros hábitos
no consiguen competir y vencer esa protección.
Pero lo que no estaba tan claro es de qué manera
interviene el ADN transmitido por la madre, es decir, el ADN mitocondrial, en el envejecimiento, un proceso determinado
por la acumulación de cientos de daños celulares que deterioran la función de
los órganos del cuerpo.
"La mitocondria contiene su propio ADN, que
cambia más que el ADN del núcleo de la célula, y esto tiene un impacto
significativo en el envejecimiento", explica en un comunicado Nils-Göran Larsson,
profesor del Instituto Karolinska en Estocolmo
(Suecia), principal investigador en el Instituto Max Planck en el departamento de Biología del Envejecimiento en
Colonia (Alemania) y autor del estudio que publica la revista 'Nature'. "Muchas mutaciones en la mitocondria
inhabilitan gradualmente la producción energética de la célula". Sin
energía, los procesos del cuerpo humano no se pueden llevar a cabo y, con menos
carga energética, se realizarán peor.
El equipo liderado por este investigador ha
demostrado que el proceso de envejecimiento está influenciado no sólo por la
acumulación de daño en el ADN mitocondrial durante la
vida de una persona, sino que también está afectado por el ADN heredado de las
madres.
"Para nuestra sorpresa, también hemos mostrado
que el ADN mitocondrial de nuestras madres parece
influir en nuestro propio envejecimiento. Si recibimos mutaciones en el ADN mitocondrial de nuestras madres, envejeceremos más
rápidamente", asegura Larsson.
A esta conclusión han llegado a través de
experimentos realizados con ratones diseñados con una serie de mutaciones para
ver cómo contribuyen las madres en el envejecimiento de su camada. Además,
también pudieron comprobar que las mutaciones maternas contribuyen a producir
malformaciones cerebrales.
Pero, ¿de qué sirve conocer esta fatídica herencia?
Según los autores, los datos pueden ayudar a establecer una serie de
estrategias para paliar las mutaciones transmitidas por la herencia materna.
"Hay varias opciones en la dieta y farmacológicas que pueden ayudar a
regular la función mitocondrial y/o reducir la
toxicidad mitocondrial. Un ejemplo son los
antioxidantes. Este modelo de ratón podría ser una plataforma para probar estos
medicamentos y dietas", explica Barry Hoffer, médico del departamento de Neurocirugía en el
Hospital Universitario Case Medical Center, en Cleveland, Ohio (EEUU).
Existen un amplio número de alimentos con capacidad
antioxidante, como frutas, verduras, legumbres e incluso el vino tinto. Con
futuros experimentos en ratones y otros animales, los investigadores pretenden
conocer si mediante una dieta rica en estos alimentos o con fármacos
específicos se logrará reducir el número de mutaciones y, por tanto, aumentar
la expectativa de vida. Sin embargo, para esto habrá que esperar bastante
tiempo, si las circunstancias y la herencia lo permiten.